Hoy es poco. Mañana será un montón

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Gimnasia dejó una pálida imagen en el final de la Liga Profesional, tras perder ayer en el Kempes, y en varios de los últimos partidos. Sin embargo, se lleva un gran premio. Y no es conformismo, es realidad. Opinión.

Gimnasia cierra un muy buen 2022. En el primer semestre, peleó por clasificarse a la Copa de la Liga, intentando ensamblar un equipo que luego se consolidó y por apenas un punto no clasificó a los Cuartos de Final. El segundo semestre empezó complicado: la lesión grave de Cristian Tarragona, los conflictos y la “venta” de Johan Carbonero, y un mercado de pases que en realidad no existió porque no se incorporaron futbolistas. Pese a todo esto, el objetivo era claro: devolver a Gimnasia a las copas internacionales, pensando en la Sudamericana. Es que, se intuía en aquel momento, que para Libertadores “no iba a dar”. Plantel corto, poco recambio (en cantidad y calidad), muchos chicos, y poca jerarquía. Sin embargo, jugadores y CT dieron el 110%, y habiendo transcurrido dos tercios de campeonato, el Lobo estaba puntero, líder de la tabla anual, y dentro de clasificación a Libertadores.

Pero ahí entró en escena Pellegrino, que no podía quedarse afuera de la historia, y estallaron los conflictos. Dream Team, los agravios a Alemán, deuda para con el plantel, palos por todos lados y el bidón de nafta para apagar el fuego. La peor decisión de todas. De ahí en más, nada volvió a ser igual. Como si no hubiese alcanzado con no invertir ni un dólar en la pretemporada, todo se quebró allí. El equipo perdió el eje, por algunos partidos, y cuando quiso retomar el rumbo se encontró con rendimientos individuales bajos, lesiones (las graves siguieron, y fueron 4 en total), papelones arbitrales (en Junín, partido determinante, el pico máximo), cambios de programación insólitos (lo de “peso en AFA” se debe referir a que debe asistir algún excedido de peso, como yo) y hasta una represión policial sin precedentes. Era difícil que el final saliera bien.

Porque, más allá de esto, la realidad es que el plantel carece de variantes. Y que si bien tiene chicos MUY buenos, a estos hay que rodearlos de jerarquía, para que crezcan más rápido y mejor. El plantel se encontró en un camino totalmente ascendente, de forma inesperada. Y eso, hizo creer que los objetivos se podían redefinir. Es decir: si se pensó que se podía pelear el campeonato o clasificar a Copa Libertadores, es porque el propio plantel, junto a Pipo y CT, lo hicieron pensar en base a su gran actuación. Quienes lo tenemos claro, y no nos mentimos, sabemos que a priori, daba para lo que dio: clasificación a Sudamericana, unos dólares y a remar en 2023. Y eso que, en el peor de los casos, solamente UN PUNTO lo puede dejar afuera de Libertadores. ¿Parecía más sencillo? Quizás, en algún momento sí. Había margen. Pero lo que no hubo fue resto. Y varios propios se encargaron de ir dinamitando el terreno a medida que la mismísima Piponeta avanzaba.

El objetivo está cumplido. Mirás para arriba y están Boca y River (los dos gigantes), Racing (tercer mejor presupuesto) y AAAJ (un señor equipo, que tiene las cosas muy claras, y de buen pasar institucional). Igual que el Lobo, Huracán, que metió una campaña bárbara, para la que invirtió y se potenció. Abajo, equipos grandes como Independiente o CASLA, y otros como EDLP, Vélez o Talleres que invirtieron fortunas y no pudieron pasar la mitad de la tabla. Entonces… ¿Cómo no valorar lo conseguido?

La última imagen es el 1-2 en el Kempes, y las anteriores tienen más que ver con los 4 pts de 12, o quizás peor. La realidad es que Gimnasia clasifica a Copa Sudamericana porque primero hizo 19 fechas IMPRESIONANTES. Superlativas, superadoras, sublimes, excelentes. Donde dio más de lo que podía dar. Fue más que su techo. Solo por eso, un plantel que si se hubiese dado una de las famosas lógicas del fútbol de esas que sabemos que no existen (que algunos equipos más importantes terminen más arriba), clasificó a una copa a la que, si nos detenemos y volvemos al primer párrafo, también era prácticamente imposible de clasificar.

Gorosito vino a sacar al equipo del descenso y lo elevó a tres niveles más. La CD, en cambio, bajó cinco peldaños. El año que viene habrá triple competencia y hoy Gimnasia tiene un plantel con el que le cuesta afrontar apenas una. Invertir en el equipo es imperioso, porque sino, lo que hoy es una linda oportunidad deportiva, puede convertirse en un problema muy rápidamente. Falta jerarquía, faltan recambios (dejemos caprichos de lado), y faltan hombres de valor deportivo y humano que apuntalen a un grupo de juveniles -como hace tiempo no se tenía- adentro de la cancha. Falta crecer. Será tarea de la nueva Comisión Directiva (todavía faltan las elecciones…) quedar a la misma altura de un CT y un plantel que, pese al sabor amargo que hoy quede, estuvieron y están en el terreno del milagro.

Por último: a quienes critican la realidad acusando de conformismo, les recuerdo que fue reelegido un presidente que, ahora cuando termine su segundo mandato, cumplirá 4 años de 6 en total, con el equipo siempre peleando el descenso. Entonces… ¿El conformismo de quién es? ¿Y el error? Para repensar. Los hinchas (incluyendo aquellos que desaparecen dos años y medio y aparecen en el último tramito) que se merecen lo mejor y que como marca la música del tablón, en la tribuna siempre responden, se deben muchísimos debates aún, e involucrarse todavía más. Por eso, lejos del conformismo, Gimnasia jugará la Copa Sudamericana 2023. Y eso significa que cerró un muy buen 2022.