Los goleadores, un escaloncito arriba

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En un partido donde brilló el equipo en su conjunto, fue difícil encontrar el punto más alto de la victoria del Lobo ante el Ciclón. Sin embargo el corazón de Eric Ramírez, no solo su gol, y el excelso ingreso de Lucas Barrios se llevaron el premio de la noche.

Quizá de los partidos más complejos para elegir una figura. Para sobresaltar a un futbolista que se destacara por sobre el resto. Cuándo fue el equipo, precisamente, el que brilló.

Pero Eric Ramírez, primero, supo jugar un partido que rozó la perfección. Inquieto siempre al fondo azulgrana, le ganó el duelo personal a Monetti y lo llamó a la acción en diversas oportunidades. Aún sin piernas ni resto físico dejó la vida en cada pelota e hizo sentir a los volantes que siempre era la opción segura para el pase.

A su vez Lucas Barrios tuvo un ingreso descollante. Al igual que con Talleres, pero esta vez sumando gol. Él mismo generó su chance de gol iniciando la jugada con un taco, sabiendo encontrar de espaldas al arco a Paradela y luego esperando donde debía el envío de Pérez García. Generó un grito agónico, que le permite soñar a todo el triperío.

Párrafo aparte, “los muchachos de Diego”. Fatura Broun fue jerarquía bajo los tres palos y siempre le dio seguridad al equipo. Morales bailó con la más difícil y no se achicó, lo mismo el juvenil Palazzo o el mismo Melluso que ganó en casi todos los duelos y creció enormemente en ataque. Víctor Ayala con su jerarquía y sus asistencias que rozan la perfección, Brahian Alemán por su buen pie y por volver a jugar pese a casi no entrenarse en Abasto. Y también una importante mención a Contín, que le robaron un gol y puso siempre en aprietos al fondo rival, el tanque hizo un trabajo sucio idoneo para ganar en el Bajo Flores. La mala fortuna y un poco serio arbitraje, casi no se lo permiten.