La realidad supera a la ficción

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Una tarde salida de un cuento de Fontanarrosa, o de Sacheri, eso vivió Eric Ramírez. De marginado a una de las figuras en el equipo de Maradona, de mendigo a príncipe. Otro de los aciertos de Diego.

Una tarde inimaginable vivió Eric Iván Ramírez, ayer en Mar del Plata. La perla fue una de las figuras excluyentes en el triunfo del Lobo por 3 a 0 ante Aldosivi. Es que marcó un gol y generó el penal que derivó en la goleada final de Gimnasia en ‘La feliz’.

El atacante dejó la vida en cada pelota, aprovechó al máximo la posibilidad que Maradona le brindó ante la suspensión de Tijanovich y vivió un sueño. ¿Cómo iba a imaginar Eric ser resucitado ni más ni menos que por el más grande de todos los tiempos?.

Su último partido oficial databa de abril del presente año, donde apenas sumó 15 minutos en el complemento defendiendo la camiseta de Quilmes. Entrenaba apartado en Gimnasia. No iba a ser considerado por Hernán Darío Ortíz y mucho menos soñó serlo por Maradona. De hecho podría considerarse un sparring de la primera durante los primeros entrenamientos de Diego.

Todo cambió la tarde del amistoso frente a Chicago en el Bosque. Donde el combinado de suplente y jugadores de reserva albiazul, una especie de tercer conjunto, vencía 3 a 2 a los suplentes del Torito. Ramírez marcó uno de los tantos y desde allí se ganó el respeto y la consideración del entrenador. Entonces pasó a entrenar con la primera más asiduamente, lo inimaginable sería lo rápido que se metería en el primer equipo.

Diego confió, valoró su esfuerzo y ante la suspensión por dos fechas de Tijanovich, no dudó. En una semana muy dificil le dejó en claro a Méndez y González que su hombre sería la Perla. Qué al igual que con Paradela, Miranda y Contín estaba dispuesto a hacerlo de nuevo… Y así fue.

Minuto 34′, gol de Ramírez. Emoción del pibe – Qué tarde eligió para hacer su bautismo de red con la del Lobo– y abrazos para Maradona en el banco. “Te lo dije” al oído de Adrian González y un beso del Gallego Méndez en su mejilla que parecía decirle entre códigos “qué ojo que tenés”.

Todo culminó con el cambio de Mussis por Ramírez a los 28′ del complemento y un abrazo patentar y eterno entre el futbolista y su entrenador. Diego le besaba la frente mientras Eric no paraba de sonreír. Cumple sus sueños quién resiste, reza una canción.

El ojo clínico de Maradona descubrió un refuerzo oculto en el plantel.

 

Foto: Gimnasia Oficial