OPINIÓN: HISTORIA Y MEMORIA

Editorial Fútbol Fútbol profesional

Homenajes, reconocimientos y un crack, que se retiró en el Lobo.

“El sábado, cuando nos visitó Tigre, el viento ayudó a los que estábamos en la tribuna de 60 y pudimos escuchar cuando informaban que se desarrollaba un acto, una muestra de respeto,  al socio recientemente fallecido. Eso sí, “la voz del estadio” esperando a los que trasportaban una bandera no entró a tiempo, coincidiendo entonces su alocución con la salida al terreno del equipo rival.  El aplauso se mezcló con una silbatina que se superpuso al homenaje.

En la última visita de Boca, partido de concurrencia masiva en el Bosque, mientras  se realizaba frente a “la Techada” un merecido reconocimiento al Tanque Rojas, no se podía oír bien al locutor. Al principio no lo habíamos advertido y el que me avivó sobre lo que estaba ocurriendo fue Daniel  Dalto por la radio (221 Radio-FM 103.1). Como casi siempre, a la tribuna Centenario no llega bien el audio. Tuve que contar lo escuchado a mis acompañantes, quién era ese ex tripero, aún morrudo pero de pelo blanco total, que jugó en el Lobo del 62 y fue un gran goleador. (*1)

Mejoras en el sistema de sonido, incorporación de vídeo con pantallas gigantes y la coordinación de la comunicación, ayudarían para que las buenas intenciones alcancen su objetivo.

En ocasiones nos sorprenden, para bien, cuando emiten el himno oficial del club, inclusive los más jóvenes preguntan por esa música,  pero ya en el próximo partido no lo vuelven a pasar. Lo concreto es que “nuestra voz oficial” en la cancha, no propone una identidad (*2) sino que se limita al trabajo de presentar comunicados oficiales y pauta publicitaria, necesaria claro, pero hay maneras y maneras. Para ser más gráfico; no olvidemos que donde se encuentra hoy el cartel “Bienvenidos – Estadio Juan Carmelo Zerillo” supo estar otro, de una carnicería, que decía “Pinto carnes”. Cuando lo veía pensaba: “lo que no harías en tu casa, no lo hagas en Gimnasia”.

Las voces oficiales en los estadios de “capital” siempre fueron muy representativas y Gimnasia estuvo en un buen nivel al respecto, más allá de las carencias materiales. Por años ni bien finalizaban los 45 minutos, también al terminar el partido, escuchábamos por los altoparlantes la publicidad de una inmobiliaria, esa de “Propieeedaaades”. Se anunciaba: “La constitución del primer equipo de Gimnasia…”, comenzaba con la palabra “Aaaaaaaaatenciooón….” Vos ahí sabías que ya se venían los jugadores por el túnel, te preparabas con los papelitos y para gritar el tradicional “Ginasiá, Ginasiá, Ginasiá”, con el que siempre recibíamos a nuestro equipo. Padres, abuelos o tíos no necesitaban enseñar ese hábito a los chicos, a ellos, con ir a más de un partido les alcanzaba para darse cuenta. Costumbres que se van trasladando de generación en generación y, como tantas otras, aunque no se explicitan quedan en la memoria de los asistentes a los estadios de fútbol. Toda una ceremonia previa, que construye “memoria colectiva”. Tal vez, irrepetible  con el mismo formato, pero factible de proponer con un formato distinto y contemporáneo.

Hoy se aguarda el partido en las tribunas con otra actitud, más individualista, más pariente a la “cultura de la inmediatez” y con la expectativa de observar a los actores, como en un “espectáculo”. No existe preparación ni organizada espera para recibir al equipo, no hay un “Carlos Rafferti” arengando, los jugadores no mueven la manga avisando su inminente salida, para poder estallar todos juntos y al mismo tiempo.

Los recuerdos de los espacios que habitamos no solo se fundan en lo material y tangible, en  el edificio propiamente dicho. Como en una casa, escuela o ciudad; la memoria incluye costumbres, encuentros, mitos, ritos, climas, aires, sensaciones, aromas. Se puede tener un estadio nuevo, a estrenar, pero sin lo intangible carecerá de historia.

La memoria está relacionada con la historia, pero no necesariamente son lo mismo. La primera es el pasado y, cuando no es colectiva, carga con la subjetividad propia de cada individuo. En cambio, la segunda es ayer y también hoy. Pasado y presente, porque se puede/debe escribir y reescribir.

Realizar homenajes de forma tal que los podamos ver entre todos, no solo la platea, y tener una “comunicación en el estadio” con identidad  aporta, un paso más, para ir construyendo la historia desde el presente. Para pensarla, cuidarla y sentirla como “Patrimonio” de la Institución. Al decir del tripero Martín Villa, en nota reciente (*3): “La historia de Gimnasia es parte del patrimonio del club.”

La interpreto como “no congelada” en el tiempo y no solo la de los museos, donde sí guardamos nuestra memoria colectiva, sino la que debemos/podemos escribir, día a día. Sin nostalgias ni espíritu conservador, porque la historia es un proceso dinámico progresivo, complejo, de administración de las memorias, de ida y vuelta.

Los equipos salían al campo, el Tanque Rojas ya no estaba y, a manera de descargar ansiedades con otra cosa, comencé a recordar a otros jugadorazos que vistieron nuestra camiseta. Me encontré con algo sobre uno del que había leído, al pasar, y aún debo profundizar. Un crack del fútbol argentino, de los más grosos de la historia del fútbol, un histórico que se retiró en Gimnasia después de conseguir el campeonato de “Segunda División” en 1947.

No es Varallo, Márcico, Gatti, Morgada, Navarro Montoya, Rezza, Rosl, Tanque Rojas, Bernao, Onnis, Minella, Naón, Diéguez, Della Savia o el Melli Guillermo. Fue considerado “El jugador total”, ya que llegó a jugar, y muy bien, en todos los puestos de campo incluso el de arquero.

Debutó en Independiente y conformó delanteras memorables (*4), jugó en la Selección de Argentina y fue campeón Sudamericano en 1937 y 1941, pasó al San Pablo de Brasil (*5) donde le dedicaron un busto en el hall del estadio Morumbí, la AFA lo consideró el jugador más completo de su historia y lo incorporó al “Salón de la Fama” (*6), en 1980 la Fundación Konex lo diplomó entre los 5 mejores futbolistas de Argentina (*7)

Sí señores, Antonio Sastre al regresar de Brasil, le dijo no al contrato que Antonio Vespucio Liberti le ofreció en River. Roberto Sbarra, DT del Lobo y su amigo, con el visto bueno de los dirigentes triperos lo invitó a entrenar en Gimnasia (algo así como Griguol con Márcico) y “El hombre orquesta” aceptó. Fue campeón con el Lobo, ascendió a Primera División y ahí se retiró.

Como digo siempre, la historia del club Decano del Fútbol de América, no comenzó en el año 2005, no comenzó el día del nacimiento de cada tripero, no somos del siglo XXI sino de “fin de siglo” XIX. El Sheffield Football Club, el más antiguo del mundo, es del año 1857; imaginate las cosas que sucedieron el año de nuestra fundación, en 1887: se comenzaba a construir la Torre Eiffel, en EE.UU. ejecutaban a los mártires de Chicago, nacían Bernardo Alberto Houssay, Marc Chagall, Marcel Duchamp y en octubre, el arquitecto suizo Le Corbusier.

Conocela entonces, animate a escribirla en el presente. Que no te sorprendan, porque “El Lobo será siempre el malo si sólo escuchamos a Caperucita”. (*8)

Jorge A. Babaglio –  @joralba57

 

 

Notas:

*1) Alfredo Tanque Rojas, jugó en Gimnasia desde 1962 a 1964. En 81 partidos, marcó 35 goles (promedio 0,43) Participó en dos Mundiales de Fútbol, en 1958 y 1966. Se retiró en la Universidad Católica de Chile.

*2) No necesariamente un “modelo” de identidad, a partir de la diversidad y pluralismo, puede haber diferentes visiones del club y una “tipología” consensuada, pero al menos proponer una con más sentido de pertenencia.

*3) Martín N. Villa, nota “Abrazar la Historia”, Revista Ginasiá Año 4 – N° 30 – Sept. 2015.

*4) Delantera de Independiente: Arsenio Erico, Antonio Sastre, Vicente De la Mata, José Vilariño y José Zorrilla.

*5) El DT Vicente Feola lo llevó a jugar a Brasil, dijo de él: “Era el jugador que le daba tranquilidad al equipo dentro de la cancha”.

*6) Salón de La Fama, lo integran 24 futbolistas.

*7) Los 5 mejores jugadores, Konex: Pedernera, Di Stéfano, Maradona, Charro Moreno y Antonio Sastre.

*8) Con las historias, es conveniente escuchar más de una versión y no condicionarse con quién aparenta ser el más noble.

Bibliografía consultada: Revistas El Gráfico, año 1967 y n° 3556. Página web de Ángelo Clérici Gelp.org

 

 

 

 

 

 

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