Gimnasia jugó y ganó, la final que tenía que juagr ayer por la tarde frente a Colón. El corazón, el alma y las atajadas de Insfrán, que le llevaron seguridad al equipo, la firmeza de Cabral -que sacó todo lo quie le tiraron- y la solidez de Rodrigo Saravia fueron las claves de la victoria tripera.
Gimnasia jugó un partido aún más correcto que el de Colón, con nerviosismo, con sentimiento, y sabiendo que era gloria o muerte. No había un gris y pese a ello el equipo de Leonardo Carol Madelón jugó ordenado y en ningún momento falló. Los puntos altos de la victoria, los pilares estuvieron en el fondo.
Absolutamente todos los defensores de Gimnasia jugaron bien, pero si hubo un destacasdo fue Yonathan Cabral. El sargento venía mal, había tenido dos partidos duros, dos caídas dolorosas frnetre a los tucumanos y Banfield. Sin embargo en la tarde de ayer fue una garantía constante, sacó todo de cabeza, supo pararse bien en una cancha complicada, con un terreno mojado fue amo y señor y un socio detrerminante para Leo Morales, también firme atrás.
Sin dudas el héroe supo ser Nelson Insfrán, un arquero que demostró resiliencia absoluta en cada ocasión que tuvo que participar. El arquero dio segiuridad en todo, salió en todas y cada una de las jugadas que fue necesario hacerlo. A destacar sus últimas dos atajadas, una a Wnchope Ábila en el primer minuto adicional y la última, la más memorable, la que se dio en el último segundo de juego a Baldomero Perlaza , descolgando un remater a quemarropa en plena área, básicamente un penal en movimiento.
Destacadas y correctas presentaciones de Enrique, Morales y Guiffrey. Por supeusto que de Nicolás Colazo, marcando un gol inolvidable, pero otro que siemrpe cumplió y debería ser comprado por la dirigencia fue sin lugar a dudas Rodrigo Saravia. El uruguayo fue un pulpo y una conduccióin constante en el mediocampo tripero.