Igualdad en el Bosque

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Gimnasia empató 1-1 el Clásico ante Estudiantes, después de un buen primer tiempo y un muy flojo complemento. Mala actuación del entrenador, Diego Flores desde el banco.

El Lobo llegaba, otra vez, mal parado al partido ante el rival de toda la vida. Después de otro mal mercado, la renuncia de un DT, la elección infundada de otro y el armado de un plantel más que mediocre. Del otro lado, absolutamente todo lo contrario: un mercado de más de 20 millones de dólares, un entrenador de jerarquía, un plantel con sobrado recambio y orden institucional. Teniendo en cuenta todo esto, el empate no era mal resultado en la previa. Pero molestan las formas.

El primer tiempo comenzó con el equipo de Eduardo Domínguez intentando complicar, pero no duró mucho. Los de Diego Flores tardaron poco más de un cuarto de hora en entender cómo afrontar el juego, pero luego de eso, sí que comenzaron a pesar. Un cabezazo de Castro pasó apenas ancho, un centro rasante que no pudo empujar Castillo y que tapó Ascacibar en segunda jugada y un cabezazo de Suso desde el tiro de esquina, fueron situaciones clarísimas para el tripero antes de la media hora.

Y allí se torció, merecidamente, la historia. Piedrahita concretó una buena apilada por derecha y cedió para Castro: el 19 primero la picó, Nuñez despejó en la línea y la pelota le volvió a quedar al Pata, que le rompió el arco a Mansilla con un tiro alto al segundo palo. Golazo y ventaja parcial merecida para el Mens Sana, que si bien tuvo en Insfrán a su sostén en alguna ocasión albirroja, tuvo las más claras del juego para ponerse arriba.

En lo que quedó, el dueño de casa siguió marcando el tiempo del juego a base de orden, fricción en los cruces, presión intensa y ataque vertical con sus delanteros. Pero en el complemento, todo cambió: el equipo se metió atrás de entrada, el rival dejó de respetar a un endeble elenco albiazul, y se puso a jugar. Enseguida, el ingresado Cetré reventó el travesaño y una serie de centros bajos, pusieron en jaque al Lobo. Allí, Flores entendió bien que había que reaccionar, y metió mano con cambios. Pero leyó mal el juego.

Alan Sosa entró a jugar por un Alejandro Piedrahita que era de lo más vertiginoso del local, y De Blasis lo hizo por Di Biasi. Gimnasia no cambió la postura: siguió cediendo el balón, dejando jugar a Neves en la salida, no presionando a los volantes rivales y despejando -corto- cada pelota que caía al área. Sin más. Era imposible resistir. Para colmo, Flores sacó a Hurtado y dejó a Briasco como centrodelantero, cuando el juego pedía a Mammini. Insfrán se hizo enorme a pura revolcada y descuelgue de centros.

Si bien el Lobo logró tomar algo más de aire y salir a jugar más adelante, la tendencia propia de resistir, lo llevó a resguardarse otra vez cerca de final. Ya con Giampaoli para conformar una línea de 5 con los tres centrales, y al tercer minuto de adición, Alan Sosa perdió una insólita pelota en ataque, y vino la contra. Después del centro, Carrillo le ganó un duelo aéreo a Pintado y la bajó para que Giménez estampe el empate entrando al área chica. Increíblemente, el delantero albirrojo más peligroso, quedó mano a mano contra el lateral, ante la atenta mirada de Morales y el ingresado Giampaoli.

No hubo tiempo para más, y el empate 1-1 fue final. Justo, por lo hecho por uno y otro en cada tiempo del juego. Pero castigo para Gimnasia, que aún con errores, estuvo cerca de llevarse tres puntos fundamentales. No lo hizo por impericias propias: el equipo cambió la postura que lo había llevado a ganar bien la primera mitad, se refugió muy atrás y para colmo, el entrenador hizo mal los cambios. Le quitó dinámica cuando había que sacar contragolpes, dejó a Castillo volanteando, sacó a los dos más peligrosos (Hurtado y Piedrahita) e hizo jugar a futbolistas que llevaban más de un mes sin ritmo como De Blasis y Briasco.

Teniendo en cuenta todo esto, se consolidan los argumentos del empate. Diego Flores equivocó los caminos y su equipo lo pagó caro. Gimnasia se llevó un empate que en la previa era mucho premio por las realidades que viven uno y otro equipo (hace ya casi dos décadas), pero que le dolió en el trámite por el tiempo en el que llegó el gol rival. Fue igualdad en el Bosque.