Pase lo que pase

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El Bosque se tiñó de gala, y el hincha armó su fiesta como siempre. El estadio lució repleto, sobró color, y vivó el desahogo con un empate agónico que debió haber llegado antes.

El Juan Carmelo Zerillo volvió a recibir un clásico platense, y la capacidad volvió a colmarse. Un tanto más ordenado que en el enfrentamiento anterior, a principios de diciembre 2021, el derby se desarrolló con normalidad a excepción de algunos hechos que no deben repetirse, ya que encima le sirven al rival para embarrar la cancha. Las puertas se abrieron temprano, la gente colmó las gradas una hora antes, y el triperío terminó delirando con el gol de Eric Ramírez. Porque los goles, y más en estos partidos, se gritan siempre.

Un recibimiento espectacular le dio la bienvenida al equipo de Gorosito minutos antes de las 16:15. Banderas enormes en toda la tribuna de 60, imágenes de Maradona dentro y fuera del campo de juego, mucho humo azul y blanco, banners con distintos mensajes y, sobre todo, un hermoso telón que rezaba una frase de cabecera para la parcialidad Mens Sana: “no nos vieron nacer. Jamás nos verán morir”, acompañado del escudo tripero y de otra hermosa figura de Diego. Durante el juego, el aliento no cesó un segundo. Y la gente empujó al equipo a más.

Los cuatro costados del Bosque estuvieron llenos. E incluso, en algunos sectores, la capacidad pareció quedar bastante chica. Sobre el final, la historia conocida: cuando había rabia porque el merecido empate -como mínimo- no llegaba, apareció el remate de Benja Domínguez, el yerro descomunal, y la rapidez de Perla Ramírez para estampar el empate en literalmente la última pelota del juego. Y se festeja, claro. No el resultado, porque Gimnasia jugó para ganar, y por falta de puntería, más virtudes rivales, no pudo hacerlo. Pero desahogo por haber rescatado algo, y sobre todo, por haber dejado la sensación clara de ir al frente hasta el último segundo. Habrá premio pronto. El hincha, pase lo que pase, siempre estará presente.