¿Es lo que Diego hubiera querido?

Editorial Fútbol Fútbol profesional

El show continúa, el negocio también. La Fecha 5 de la Copa ahora llamada Diego Armando Maradona, se pone en marcha.

No solo no basta la conmoción de casi un país entero y las innumerables muestras de tristeza en todo el mundo por la muerte del Diego, tampoco bastan los tres días de duelo nacional decretados por el Gobierno argentino, y mucho menos alcanza el profundo dolor y desasosiego de un plantel de “equipo chico” que perdió físicamente a su técnico. La fecha se juega igual.

   Si bien Gimnasia es una de las cosas más grandes de mi vida, es necesario evidenciar que forma parte de los llamados “equipos chicos”, ya que quien conoce un poco nuestro fútbol sabe que si un director técnico de cualquier equipo “grande” (evitando nombrar a nadie, pero sea River, Boca, u otro) hubiera pasado por esto, mínimamente su partido hubiera sido suspendido.

   Ahora bien, eso es lo que respecta únicamente al dolor de un plantel con la pérdida propia. Pero hablando específicamente de lo que significa Diego Maradona en cuanto al patrimonio sociocultural y deportivo del país, no solo hubiera suspendido la fecha, sino que optaría por homenajearlo de diferentes formas. Y una pudiera haber sido suplantar la transmisión de los partidos, por una programación que lo recuerde, que reviva sus momentos deportivos, los que cada argentino guarda en su memoria y en su cuerpo. Los mundiales, su paso como jugador por diferentes equipos, lo que generaba en la gente, sus mejores goles, su etapa como DT, sus caídas, sus declaraciones llenas de consciencia social, su representación de miles de personas invisibles. Y claro que me quedo corta. En fin, material es lo que sobra.

   Y no nos vengan a decir que el Diego hubiera preferido que se juegue, primero porque nadie puede asegurar tal cosa, y segundo que si me preguntan a mi, pienso que él, en su mejor momento, se hubiera plantado ante estas personas con poder, que hace mucho tiempo demuestran sus únicos intereses, y que cada vez les importa menos esconderlos. Saben que son impunes, que pueden hacer lo que quieran. Y mientras nosotros no nos plantemos no van a parar hasta quitarle toda la identidad y la verdadera esencia a un deporte que forma parte estructural de nuestra sociedad.

   Por otra parte, dándole lugar a los pares que piensan sentidamente que Diego hubiera querido que se juegue, les digo que desde siempre y en todos los aspectos de la vida,nos acostumbraron a no llorar, a pasar página y seguir, a no detenernos en el dolor, a no tomarnos el tiempo de caer en la realidad, a seguir sin comprender ni cuestionarnos los por qué, y por experiencia, no coincido con eso. Es necesario parar, para concientizar, para dimensionar, para cuestionar y aprender, para llorar sin distracciones, solo llorar. Para compartir con los seres queridos las sensaciones, las contradicciones, para darle lugar a lo inmenso de ciertas situaciones. Para comprender de donde viene esa tristeza o angustia que a veces sentimos sin saber el motivo. Para soltar de la mejor manera, de la que el cuerpo y alma necesiten.

   Más allá que a pesar de todo esto, nadie se pierda la fecha, ni el partido de su equipo, ojalá de a poco nos empecemos a replantear y comprender que cuando tengamos la valentía necesaria podemos hacer que la vida sea un poco más parecida a la que en esencia, queremos, o mejor aún, a la que necesitamos.

 

Por JULIETA BERTERO