Tras meses de esfuerzo, Los Guerreros consiguieron el preciado ascenso a la Primera B luego de un año completo luchando para llegar a la Segunda División del fútsal. Revivamos la historia juntos…
Comienza el año. Se viene el primer partido. En los papeles son débiles, un equipo recién ascendido de la Primera D que sueña con mantenerse en la categoría. Los rivales se confían, no creen que les vayan a generar mayores problemas. “Partido fácil”, piensan muchos.
En el primer encuentro no deslumbran, pero tampoco dejan que desear, empatan 4-4 contra Pacífico, un rival difícil. En el segundo se reivindican, lo ganan, pero al siguiente pierden, lo esperado para un equipo de la D. El Lobo no da que hablar en el torneo.
Después vencen al otro ascendido. “Lo normal, son de la misma categoría” pensarán los otros clubes. Al tiempo consiguen su primera goleada, los triperos empiezan a estar en la boca de los demás. Después vuelven a ganar, al siguiente lo hacen de nuevo. Se ubican en los primeros puestos, les empiezan a tener miedo.
Juegan contra Don Bosco, el puntero. Lo pierden. “Se terminó la suerte”, imaginan. Pero al próximo salen triunfantes otra vez, al siguiente lo mismo y se repite durante varias fechas. El Mens Sana se hace un nombre en la Primera C a base de resultados.
Las victorias no paran, luchan por el ascenso directo y el campeonato. Los ojos del mundo se ponen en ellos, a uno lo llaman para jugar en Italia. Los partidos pasan, las victorias también. Pero no todo es color de rosas, a veces les toca empatar o perder, pero siempre con la frente en alto y aprendiendo del error. Para esto tienen un gran técnico, que los levanta cuando pierden, los hace ver siempre para adelante. Al próximo partido ganan de nuevo.
Se vuelven a enfrentar al puntero, se vengan, dejan el marcador 4-3 a favor del albiazul. El sueño de llegar a la segunda división comienza a tomar color. Cada vez está más cerca. Sobre el final la cosa se pone difícil. Los resultados dejan de darse, pero ya tienen una buena diferencia de puntos con el tercero. Pierden, empatan, ganan alguno pero vuelven a perder. Aún así las ganas no se pierden, la pasión tampoco.
Finalmente, de visitantes, se enfrentan a Caballito. Necesitan un punto y ascienden. El partido se pone complicado. Pasa el primer tiempo y no convierten. Sale a relucir la habilidad del técnico, en el inicio de la segunda mitad marcan el primero. Al rato el local lo empata. Está por terminar el partido. Jugadores e hinchas comienzan a saltar, cantar, se les llenan de lágrimas los ojos. Sienten el ascenso.
El resto ya es historia conocida. El árbitro marcó el final del partido y Gimnasia se aseguró jugar el próximo año en la Primera B. Lograron lo que algunos creían imposible. Un equipo que, habiendo jugado menos de un año en la C, le pase por encima a todos los que la militaban hace rato y juegue el año próximo en la siguiente categoría era impensado. Todavía quedan partidos por delante, pero sin duda, Los Guerreros, ya quedaron en la historia del club.
Foto: Prensa Gimnasia